Asesoria-de-Proyectos-01

Hace algunos años, a punto de terminar uno de los proyectos más importantes desde que trabajo en Taiwán, recordaba el extraordinario valor de haber visto la materia Asesoría de Proyectos. ¿Quién iba pensar que una materia “suplementaria” me iba a ser tan útil a lo largo de mi carrera profesional?

En ese entonces, muchos (estudiantes y docentes) no le daban importancia a esta materia, se insinuaba, “no iba a servir de mucho para la vida”. Quizás, ¿seré yo unos de los pocos que la ha sacado provecho? -me pregunto constantemente. Tal vez, la ventaja que tenía sobre los demás estudiantes me sirvió, ineludiblemente, para elevar la valía de esta materia. Dicha ventaja era: ¡que mi mamá era la profesora!

“A Dios rogando y con el mazo dando”

Anteriormente asumía el dicho “a Dios rogando y con el mazo dando” erróneamente; como una persona que hace bien, pero que al mismo tiempo genera temor. Que sus buenas acciones quedan malogradas por otras no muy buenas. Recuerdo hablar con mi padre y hacer referencia a mi madre sobre tal dicho; por lo dulce como madre, pero exageradamente estricta (solo conmigo) como profesora. Sin embargo, el verdadero significado del dicho es sobre el esfuerzo. No solo basta con pedir, también hay que actuar. En cualquier caso, los dos significados, y a mi parecer, aplicaban a mamá. 😉

A Dios rogando y con el mazo dando: Cuando deseamos algo, está bien encomendarse a Dios, a la Providencia, pero haciendo a la vez todo lo que esté en nuestra mano por lograr lo que pretendemos. En los tiempos actuales, ha tomado un sentido crítico -pero bastante errado con respecto al auténtico sentido del refrán- contra las personas que rezan a Dios, pero hacen daño. Cita

Anécdota. Alta era la probabilidad de tener a mi mamá como profesora, en un pueblo tan pequeño como lo es Plato, mi tierra natal. El primer día de la clase de Proyectos (como le decíamos), nos tocaba presentarnos uno a uno. Yo, con vergüenza y nerviosismo, al llegar mi turno no dije mi nombre, sino: “tu hijo”. Toda la clase entro en risas, hasta mi madre, que me dejó aún más avergonzado indicando: “pero aquí, no eres mi hijo”. ¡Ouch!

No solo ella era profesora de Proyectos, sino también de Filosofía y Español (pero en otras instituciones). El estudio y conocimiento de mi madre en estas áreas, marcó drásticamente un estilo de vida, donde la ortografía, comunicación, organización, y el pensamiento libre y crítico, jugaban un papel importante desde muy corta edad. Mi mamá, estricta y amorosa, me ayudaba a corregir mis deberes luego de regresar de su trabajo.

– ¡Antes de “b” y “p”, va “m”! – Recuerdo, estando en Primaria, como me corregía con insistencia (y casi a gritos) esta regla ortográfica. Yo, más insistente aún, y como si de retarla se tratase, seguía usando la bendita “n”. Cuando por fin aprendí la regla, me daba pánico ver y usar la “n”, incluso cuando su uso era apropiado. Esta es otra anécdota que tanbién recordaré con gracia y gratitud durante toda mi vida.

Proyectos en la vida académica

La materia de Proyectos se basaba en investigación educativa. Esta clase era extracurricular, teníamos que regresar a la institución por la tarde, luego de clases normales, para reunirnos con nuestros asesores. Lo primero que tocaba hacer era seleccionar un tema acorde con necesidades estudiantiles o de la institución, investigar profundamente, y empezar a redactar. Este proceso se llevaba a cabo durante los últimos tres años del bachillerato. Tal como si fuese una universidad, para poder graduarnos teníamos que presentar una pequeña tesis de grado (tipo monografía) al finalizar el grado Once, y sustentarla ante la rectora de turno y docentes asignados.

Proyectos era una clase sencilla, donde se enseñaba la idea general de que era y como redactar una introducción, justificación, objetivos generales y específicos, conclusión, y otros elementos claves de este tipo de documentos. Incluso como tabular los datos y aprender a ubicar correctamente pie de páginas y tablas de contenido. Conceptos sencillos, básicos, pero importantísimos. Nunca olvidaré: “la introducción es lo primero que se sitúa en el documento, pero es lo último que se escribe”, como lo repetía mi mamá. No aplica para todo tipo de documentos, pero es primordial entender que: solo cuando se hayan recogido, analizado, interpretado, o tabulado los datos, es que puedes escribir la “introducción” sobre estos.

Otro factor significativo para mí, durante esta época, era mi habilidad para escribir en el computador gracias a una clase muy atípica en esta época moderna, la clase de mecanografía. Me ayudó, que, junto con otro amigo, transcribía y redactaba muchos de los proyectos de nuestros compañeros, que no eran tan ágiles en el teclado. La mayoría de las veces, corregíamos y editábamos proyectos desde la Introducción hasta la Conclusión. 

Ya en la universidad, en los primeros semestres, fue cuando empecé a percatar la importancia de esta materia. Primero, había una clase también enfocada en proyectos un poco más avanzada en temática, pero no tan cabal en el contenido. Con esta materia reafirmé todo el conocimiento aprendido de mamá, a la cual muchas veces (casi todas) acudía por ayuda. Aún no lo sabía, pero todo lo aprendido en estas áreas me iba a servir notablemente para mi tesis de grado. Al llegar a esta, y ya casi para finalizar mi carrera, la ventaja sobre mis futuros colegas ingenieros, para organizar artículos y documentos, era considerable.

Proyectos en la vida laboral

Académicamente, aprendí mucho de esta materia, pero en general, también me ha servido mucho para la vida misma. Soy (un poco) más organizado, me ha ayudado para “estructurar” claramente situaciones y partes claves de mi vida. Sirve mucho para trazar metas, con objetivos generales y específicos, “estos últimos siendo los pasos detallados para alcanzar el primero”, nunca lo olvido. Ya mayor, el tema parece tonto y simple, parece algo que cualquier persona debe saber, parece obvio. Es algo de niños, algunos dirán; el listar todos los pasos y la estructura de un proyecto (de vida o en el trabajo). Pero solo cuando veo otras personas con mejor experiencia laboral, estudios, títulos, o cargos, incapaces de organizar y presentar de manera adecuada la información, me doy cuenta lo privilegiado que fui al poder cursar esta materia. También lo afortunado que fui al tener a la maestra siempre a mi lado, que, con su “intensidad”, me formó y me instruyó para ser competente en el futuro.

Por último, ya en el ambiente laboral, me ha servido considerablemente para crear documentos mucho más elaborados, desde presentaciones en PowerPoint, reportes, artículos, publicidad, a documentos avanzados donde se requiere gran cantidad de datos. La materia de Asesoría de Proyectos me sirvió mucho, pero yo no lo entendía en el momento, e ignoraba por completo su importancia. De la misma manera, muchas veces menospreciamos otras materias “suplementarias” que al final pueden terminar siendo el sustento para nuestra vida. En lo personal, los fundamentos de Proyectos me han ayudado a enfocarme en un área en la que nunca pensé trabajar, como escritor, y como escritor técnico. Por el momento, escribo artículos a/para empresas como Dell, Microsoft, y otros grandes de la tecnología.

Nota Final. Por más tentado que quiera empezar a escribir de manera “ordenada”, nunca voy a sacar de mi cabeza la regla más sencilla, pero una de la más importantes. Usualmente, trabajando en proyectos en empresas, para promocionar un producto tengo que hacer un estudio, diseño, pruebas técnicas, y al final escribir un White Paper, que viene siendo algo como un reporte oficial y que se usa como publicidad. Mis jefes, en diferentes empresas en las que he trabajado, usualmente me preguntaban por mi progreso, y al ver el “borrador”, se alarmaban de que el documento aún no tuviese una introducción. Yo, los miraba con una leve sonrisa y les decía: “la introducción es lo primero que se sitúa en el documento, pero es lo último que se escribe”.


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